Hilda Doolittle

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Poeta, narradora y dramaturga estadounidense. Su obra fue enmarcada por Ezra Pound en el imagismo, movimiento minoritario (por número de seguidores y por el poco tiempo que duró) que sentó las bases del modernismo anglosajón. En sus poemas utiliza versos breves, precisos, dando mucha importancia a la imagen que proyectan y de una estructura muy libre.
Los poemas pertenecen al poemario "Jardín junto al mar" (Sea Garden) de 1916.
La versión de los poemas es la de Alison Bartolo y Alfredo Martínez.


EL TIMONEL
Rápido, rápido
siempre hemos sabido que nos aguardabas.

Hemos huido hacia el interior con nuestros rebaños
para que pastasen en las hondonadas,
protegidos del viento
y del camino salino de la ciénaga.

Teníamos nuestro rito en el interior-
hemos pasado las flores del bosque,
hemos olvidado tu sabor,
hemos rozado la hierba del bosque.

Desde las colinas de pinares,
hemos vagado por las marañas de roble silvestre,
hemos arrancado el hisopo y las zarzas,
se nos enredaban en el pelo la flor
y la fruta tierna de la zarza:
hemos reído si una rama nos fustigaba,
se nos han herido los pies
en las rocas medio enterradas,
y en las raíces anudadas
y en los conos de bellota.

Hemos olvidado -hemos adorado
hemos hecho nuestro camino entre verde y verde,
hemos buscado aún más matorrales,
nos hemos hundido hasta los tobillos
en el manto de hojas y tierra-
y el bosque y sus taludes
nos arrobaban-

y la sensación de las hendiduras en la corteza,
y la cuesta entre árbol y árbol-
y el sendero estrecho que unía campo a campo
bosque a bosque
colina a colina
y, más allá, la selva...

Hemos olvidado -por un momento,
que la resina, la corteza,
el sudor de una rama arrancada
tenían un sabor dulce.

Nos han encantado los campos,
las matas de hierba áspera
entre la hierba corta-
amamos todo esto.

Mas ahora, nuestro barco se eleva -se detiene-se desploma
se eleva -duda -porfía-
se eleva -se detiene.
Rápido, rápido,
siempre hemos sabido que nos aguardabas.


LA CONTIENDA
I
Tu estatura está moldeada
con el filo de un recto instrumento:
estás cincelado como las rocas
desgastadas por el mar.

Con el girar y agarrar de tu muñeca
los tendones se estiran
y hay un destello,
como de latón gastado.

La cordillera de tu pecho está tensa
y bajo cada seno una sombra se destaca
y entre los músculos tensos
de tus caderas estrechas.

Despide el círculo de tu pelo rapado
una luz
y también alrededor de tu torso masculino
y el arco del pie y el tobillo recto.

II
Te quedas rígido, poderoso,
granito y mineral en las rocas;
una cinta se clava en tu frente
con sus pesadas trenzas doradas.

Eres blanco -una rama de ciprés
doblada por el peso de la nieve.
Eres magnífico,
tus brazos son fuego;
has penetrado los estrechos entre las colinas-
un mar cubre sus laderas.

III
El mirto te rodea la cabeza,
te has inclinado para capturar la espuma:
cada hoja se muestra afilada
contra las ondulaciones
de tu pelo sujetado.

El narciso ha imitado el arco
de tu pecho escaso:
tus pies son las flores del cidro,
tus rodillas, cortadas del fresno blanco,
tus muslos son duros cistáceos.

Tu mentón sale
de la hendidura de tu garganta curvada,
tus hombros están nivelados,
han fundido una rara plata para su anchura.


LOS PRISIONEROS
Es extraño que desee
ver así tu rostro-
hemos tenido tanto:
podría pasar en cualquier momento,
quedarme junto a la puerta,
no hables-
asoma sólo, si puedes, tu rostro
de perfil, al pasillo
hacia la luz.

El destino -Dios lo envía como una señal,
una última prueba de que no hemos sido abandonados,
perdidos en este torbellino,
a punto de ser aplastados,
quemados o pisoteados,
con una muerte repentina si hay suerte.

El lancero que traiga esto
pedirá el broche de oro
que llevas bajo el abrigo.
Yo he dado todo lo que me quedaba.

Mantente cerca del portal,
mi puerta se cerrará pronto
y tus miserables compañeros
se apiñarán a la entrada-
sé tú el primero en la puerta.

Ah, mi amor, no hables.
Escribo esto con prisa-
no hables,
estarás libre, quizás, pronto.

Me siento feliz de partir,
aunque jamás he saboreado la vida
como lo he hecho en estas últimas semanas.

Extraña vida,
escrita en letras de fuego
sobre el pavimento de la cárcel.
Si levanto la vista
la veo escrita en los muros,
inscrita en el suelo,
dibujada en la inclinación del techo.

Estoy débil -débil-
anoche si el guardia
hubiera dejado abierta la puerta
no habría intentado escapar,
pero ahora un solo pensamiento me mantiene
con fuerza.

Al descender por el pasillo
con todas esas caras desesperadas en cada celda,
puede que tus ojos y mis ojos se encuentren.

Tú estarás en la sombra, desgreñado,
pero rezo por ver un solo instante tu rostro-
¿por qué tengo este deseo?
Yo, que te he visto en el banquete
con todas las flores de tu corona de jacinto,
blancas sobre tu cabello.

¿Por qué deseo esto,
cuando aun anoche
me sacaste de mi sueño?
Tú estabas allí, contra la roca oscura,
y sostenías en la mano un bordón de saúco.

Tantas noches
me has salvado del terror.
Una vez levantaste un tallo florido.
Recuerdo cómo te inclinaste
para cogerlo-
y cómo llameaban, la hoja y el brote
y las hebras, amarillas,
amarillas-puros hasta consumirse en el fuego
en la copa, y quedar púrpura.

Cuando pase por la puerta de tu celda
no hables.

Yo fui la primera en la lista-
quizá han olvidado que tú intentaste protegerme
cuando los jinetes pasaron.

This entry was posted on 25 marzo 2016 at 14:34 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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